Escribe Marcelo Risi, corresponsal de la BBC en España.
La ampliación más ambiciosa en la historia de la Unión Europea tiene un impacto directo en las relaciones
transatlánticas con América Latina. Del lado latinoamericano, hasta ahora, sólo México y Chile han logrado asegurarse un acceso
privilegiado mediante acuerdos de libre comercio y la institucionalización de un diálogo político más estrecho. En cambio,
nadie plantea de momento seriamente acuerdos de libre comercio entre la Unión y otras naciones o agrupaciones latinoamericanas
en un plazo visible.
Así, los 10 países que se integrarán a la UE en el correr del 2004 son percibidos por numerosos observadores
como "competidores" casi directos por un mejor acceso al mercado europeo.
"Visión simplista"
"Resultaría equivocado concebir un proceso de esta trascendencia (ampliación europea) desde una mera
perspectiva de competencia de mercado simplista", enfatiza en la BBC José Alberto Lozoya, un mexicano que ocupa en España
el cargo de secretario de Cooperación Iberoamericana.
Los 10 nuevos integrantes de la UE tienen estructuras económicas con un gran
componente agrario, como Latinoamérica.
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"Más que una amenaza, es un reto en el cual España muy adecuadamente percibe una oportunidad",
agrega, refiriéndose al tradicional vínculo estrecho entre España y América Latina, especialmente el papel de abogado "de
facto" que Madrid asume para defender intereses latinoamericanos frente a las autoridades de la UE.
Esto no es altruismo. "El compromiso de España en América Latina es muy importante, ha transferido
unos US$100.000 millones a la región, compañías como Telefónica o los bancos Santander Central Hispano y Bilbao Vizcaya Argentaria
tienen la mitad de sus empleados en América Latina y gran parte de sus beneficios los hacen en la región", explica Guillermo
Cardoza, director del Centro Euro Latinoamericano del Instituto de Empresa de Madrid.
No obstante, fuentes empresariales señalan a la BBC que la ampliación de la UE hacia el Este no favorece
la ambición de fortalecer los lazos que crucen el Océano Atlántico hacia América Latina. Bruselas mira en primer lugar hacia
el Este.
América Latina pierde rango
Los 10 nuevos integrantes de la UE tienen estructuras económicas muy similares a las latinoamericanas,
con un fuerte componente agrario.
Chile y México son los países con relaciones bilaterales más fluidas con Europa;
Argentina está en un momento bajo.
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Al igual que en las tortuosas rondas comerciales con América Latina, el agro fue una pieza muy sensible, pero
en este caso exitosamente incorporada, en las negociaciones sobre la ampliación hacia el este europeo. Por lo tanto hay quienes
temen que Europa realmente le esté dando la espalda a Latinoamérica.
"Es normal que la incorporación de los nuevos socios pondrá las relaciones con América Latina en un
segundo plano", aclara Guillermo Cardoza. Aunque esto "no quiere decir que América Latina deje de ser una zona de interés,
como una zona emergente que, a pesar de los problemas experimentados por algunos, tiene perspectivas de crecimiento", añade
este economista colombiano.
Esto es cierto en el largo plazo, ya que de momento Latinoamérica como tal no se presenta como socio
atractivo para la UE.
"Mejorar la puntería"
México y Chile sirven de ejemplo a seguir, indican algunos expertos. "Han tenido el sosiego histórico
y la visión diplomática de entender el proceso europeo y de sumarse a él oportunamente", dice José Alberto Lozoya, secretario
de Cooperación Iberoamericana en España.
Hay quienes temen que Europa realmente le esté dando la espalda a Latinoamérica.
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La ampliación europea hacia el este no debe asumirse por lo tanto como una fatalidad
que desplaza los intereses laitnoamericanos siguiendo la ley del más fuerte. Hay que ser creativos, suena en resumen la recomendación
de los pasos a seguir. Esto que en teoría suena plausible, para algunos, no deja de sonar a un eufemismo.
Muchos antiguos entusiastas de los lazos transatlánticos temen que América Latina realmente perdió
definitivamente el tren europeo, que hasta hace poco parecía avanzar a toda velocidad, cargado de promesas.
Para enfrentar este tipo de sentimientos resta por lo tanto sólo una alternativa, como sintetiza José
Alberto Lozoya: "Iberoamérica debe mejorar la puntería, tiene que presentarse unida con una política iberoamericana de cooperación
ante ese enorme conglomerado."