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Durante el año 2002, la política exterior europea
experimentó cambios como consecuencia de las decisiones adoptadas por las instituciones competentes de la Unión Europea. En
el ámbito de las relaciones exteriores, el Consejo Europeo de Barcelona subrayó su determinación a desarrollar la asociación
euromediterránea, sobre todo en los aspectos financieros y, en varias ocasiones, hizo un llamamiento a las partes israelí
y palestina a que tomaran medidas inmediatas y eficaces para que cesara la violencia.
 Los cancilleres de los Quince decidieron que la Unión Europea ponga en marcha una verdadera doctrina
de seguridad y defensa, que le permitiría hablar con una sola voz y actuar en pie de igualdad con Estados Unidos, en el combate
contra el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, sin excluir la fuerza como último recurso.
Con la búsqueda de una estrategia común se intenta evitar, en el futuro, los severos enfrentamientos
diplomáticos que afectaron a Europa durante la crisis de Irak. Los Quince dieron el mandato al Alto Representante de la Política
Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana, para que "elabore un documento de planificación estratégica que será presentado
a los ministros en junio y a los líderes en la cumbre de Salónica".
Varios de los más importantes jefes de Estado de la UE estiman que Europa debe convertirse en un contrapeso
del enorme poder militar, económico y político de Estados Unidos, para evitar su hegemonía en el orden mundial. La doctrina
de seguridad les permitiría a los miembros de la UE unificar sus políticas, frecuentemente opuestas entre sí. La nueva estrategia
también sería la base de una fuerza militar conjunta que aleje a Europa de su dependencia de Estados Unidos y de la OTAN.
La política exterior europea, que no poseía una estructura sólida, comienza a aclararse y a tomar posiciones consistentes.
Javier Solana inició una gira por Medio Oriente
casi coincidiendo con la misión del jefe de la diplomacia estadounidense, Colin Powell, para impulsar, desde la
posición europea, la puesta en marcha de la "hoja de ruta", el plan de paz elaborado por el Cuarteto (Estados Unidos, UE,
Rusia y la ONU). Esta coincidencia no es casual. Solana considera que la Unión Europea debe ocupar el lugar que le corresponde
en el escenario de Medio Oriente. En un artículo publicado por la revista
Time, Solana expresó que " Europa está profundamente preocupada por la crisis" y destacó que durante años la UE abogó por
la solución de dos Estados, el israelí y el palestino; por el fin de la ocupación israelí de los territorios palestinos y
por el reconocimiento de Israel por todos sus vecinos. "La Unión Europea y Estados Unidos, juntos, tienen más posibilidades
de éxito" aseguró Solana: "tendremos que trabajar duro y adoptar decisiones difíciles para hacer prevalecer la paz".
Javier Solana anunció también que se entrevistaría con Yaser Arafat, contrariamente a lo que hizo el
secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, que se negó a reunirse con el líder palestino el domingo cuando visitó
los territorios ocupados. Las diferencias entre la UE y Estados Unidos quedan así claramente delimitadas.
Sin embargo estas diferencias distan mucho de ser radicales y no anuncian una crisis entre Estados Unidos y la Unión Europea.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, boicoteó la presencia de Solana en la región, para expresar
su descontento por su decisión de reunirse el jueves con Arafat, al quien Israel quiere mantener totalmente al margen del
proceso de paz.
Consultados por Radio Nederland, funcionarios de la oficina de Javier Solana en Tel Aviv
especificaron que en esta ocasión no se había solicitado un encuentro con el primer ministro israelí. No tiene
precedentes el hecho de que un responsable occidental del rango de Solana se reúna sólo con funcionarios palestinos cuando
para ello debe atravesar el territorio israelí. ¿Problemas de agenda o reticencia por parte del primer ministro israelí a
reunirse con Javier Sona? Fuentes en Jerusalén dijeron a Radio Nederland que a diferencia de las buenas relaciones que sostuvo
Javier Solana con el ex jefe de la diplomacia israelí, Shimón Peres, la simpatía no es exactamente el sentimiento que reina
entre el actual primer ministro israelí y el enviado europeo.
No es casual que en vísperas del octavo viaje de Sharón a Washigton, el primer ministro israelí quiera
dejar claro quien es el patrón de la mediación con los palestinos: el peso de la UE en este conflicto es relativo y quien
manda es George Bush.
Analistas consideran que en los momentos de
crisis internacionales la Unión Europea carece de audacia e independencia y aunque no la comparte, acaba asumiendo pasivamente
la política de Estados Unidos, perdiendo, de esta manera, la oportunidad de asumir posiciones con un enfoque diferente al
de la Casa Blanca.
En el caso del conflicto israelo palestino, sin embargo, no se pueden obviar los esfuerzos de Miguel Angel Moratinos, enviado especial de la Unión Europea,
que mantuvo durante los largos años de su misión en la zona relaciones estrechas y muchas veces conflictivas con el líder
palestino Yaser Arafat, al que presionó en muchas oportunidades, por ejemplo para lograr la transparencia en el manejo de
los fondos donados por los países de la Unión.
Pero en los momentos de crisis, a la hora de la acción, es notable cómo las posturas de la Unión Europea
se entibian y mantienen un delicado equilibrio para no promover la ira de Washington. El Plan de Paz para Medio
Oriente - la llamada "hoja de ruta" - seguirá siendo liderado por Estados Unidos. La Unión Europea, uno de los socios promotores
del plan, hará aportes meritorios pero muchos seguirán pensando que se trata de esfuerzos que carecen de valentía y firmeza.
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