Escribe Marcelo Risi, corresponsal de la BBC en España.
"América Latina no figura en la agenda europea", es la impresión que les queda a muchos al final de la presidencia española de la Unión Europea (UE).
A pesar de que España es el interlocutor natural entre ambas regiones, la presidencia rotativa a cargo de José María Aznar no logró grandes avances en las relaciones transatlánticas más allá de dos éxitos anunciados.
México está consolidando su relación bilateral con la UE.
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México está consolidando su relación bilateral gracias al acuerdo de libre comercio en vigor desde el 2001 y Chile firmó en mayo un acuerdo similar con la UE.
Los perdedores son los países del MERCOSUR, así como Centroamérica y la Cuenca del Caribe, mientras que la región andina sólo es considerada un caso de asistencialismo.
Mucho ruido...
La expectativas latinoamericanas apuntaban a temas coyunturales, como la crisis argentina, el apoyo a la democratización en la Comunidad Andina, colocar a las naciones de Centroamérica en la agenda de Bruselas y mejorar el acceso de los productos agrarios a los mercados europeos, protegidos detrás de la valla de la Política Agraria Común.
La segunda Cumbre Presidencial entre la UE y Latinoamérica, realizada a mediados de mayo en Madrid, albergaba precisamente las esperanzas para consolidar los resultados del primer encuentro de este tipo celebrado en Río de Janeiro en 1999.
Un indicador fiable parecía ser que la fecha del evento se postergó para hacerla coincidir con la presidencia europea española.
...pocas nueces
La cumbre birregional produjo tres declaraciones finales, pero poco más. Los 33 incisos del "Compromiso de Madrid" abarcan declaraciones políticas que no omiten ningún tema de la actualidad mundial.
El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, toma el relevo de Aznar.
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El documento de trabajo que abarca "Posturas y valores comunes" tampoco formula iniciativas concretas más allá de un diálogo político entre ambas regiones en el marco del sistema de Naciones Unidas, aunque este punto ya se había acordado previamente.
El tercer documento que evalúa las relaciones bilaterales se limita a reiterar las 55 prioridades de cooperación distribuidos en 11 campos de acción, que ya fueron acordados en 1999 en la Cumbre de Río, con temáticas tan diversas como la sociedad de la información o el fomento de la inserción laboral de la mujer.
Los que se llevaron la desilusión más grande fueron los integrantes del MERCOSUR (Argentina, Brasil Paraguay, Uruguay), cuya "mini cumbre" bilateral con la UE sólo duró 45 minutos, y no 4 horas como en Río.
La otrora región privilegiada por Bruselas, y considerada un alumno ejemplar de la experiencia de integración europea, se ve relegada a un lugar secundario.
Argentina: ¿el gran perdedor?
El caso de Argentina ilustra de manera más clara la falta de avances.
El apoyo aislado de España a Argentina no es representativo de la UE.
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Sus representantes no lograron la concesión de un mejor acceso al mercado agrario europeo, un síntoma nada alentador para las próximas negociaciones entre el MERCOSUR y la UE en Brasil que aspiran a lograr acuerdos de libre comercio similares a los firmados con México y Chile.
El apoyo aislado que España presta a Argentina (también por sus intereses económicos al ser el principal inversor extranjero) no es representativo para las prioridades de los otros 14 miembros de la UE.
Como demostró la reciente Cumbre de Sevilla, el viejo continente otorga por ahora mayor rango al control de la inmigración, así como a su ampliación hacia el este hasta contar 25 integrantes a más tardar en el año 2005.
Argentina, como reflejo de una región que "quiere pero no puede", marca un momento amargo para la alianza transatlántica que hasta hace pocos años parecía marcar un cambio de rumbo y que hoy se reduce a poco más que declaraciones de intención.
Habrá que esperar a los resultados de la próxima cumbre presidencial entre Europa y Latinoamérica, auspiciada por México en 2004.
