Escribe Marcelo Risi, corresponsal de la BBC en España
El ministro de Exteriores de España, Josep Piqué y Javier Solana viajaron hace algunos días a Jerusalén.
El plan del canciller del país que preside la Unión Europea (UE) y del Alto Representante de la UE
para Política Exterior y Seguridad Común, era conversar con Yasser Arafat y hacer valer el peso de las instituciones europeas
para la pacificación de la zona. No pudieron ver a Arafat, Sharon se los prohibió. Fin de la misión.
A los pocos días, en cambio, el enviado especial de los EE.UU., Anthony Zinni, no encontró obstáculos
para poder hablar con el líder de la Autoridad Palestina. Este hecho refleja para muchos el papel de apuntador con el cual
la UE se debe conformar en la política internacional.
Un conjunto disonante
Las épocas de crisis resaltan aparentemente una de las grandes debilidades de la Unión de los 15 -
falta espíritu de cuerpo y en todo caso pesan más consideraciones bilaterales que una postura en torno a Bruselas.
En Madrid hubo protestas coincidiendo con la visita de Powell.
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Para muchos expertos falta audacia e independencia en los momentos de una crisis
internacional, de modo que aunque no se comparta, se acaba asumiendo pasivamente la política exterior estadounidense.
La UE acaba así actuando, como lo sería el caso en la actualidad, a través del secretario de estado
de EE.UU., Colin Powell.
Se pierde la oportunidad de asumir posiciones que intenten un enfoque distinto al propagado por la
política exterior de George W. Bush. La actitud de España al frente de la presidencia de la UE en el primer semestre del año
confirma para muchos esta interpretación del comportamiento de la UE.
Política exterior ineficaz
Los eurodiputados parecen favorecer con mayor énfasis que los funcionarios europeos que se asuman posturas
claras en la crisis.
Mientras que desde Bruselas y Estrasburgo Europa logra definir una estrategia clara a seguir en la
crisis, a la hora de la acción en el lugar de los hechos se nota su falta poder, afirman los analistas.
Medio Oriente: reuniones sin resultados alentadores.
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Para muchos es frustrante la contradicción que surge cuando la UE parece quedarse
en espera, a la vez que nadie niega ya que Sharon actúa al margen de la legalidad internacional.
La vía de sanciones económicas es una de las acciones reclamadas por una opinión pública. Pero a pesar
de la denuncia de la catástrofe humanitaria y de derechos humanos que sufre la población palestina, se evita dar este paso.
El cuarteto
Esta semana se reunieron en Madrid Colin Powell, Javier Solana, Josep Pique, el secretario general
de la ONU, Kofi Annan, y el canciller de la Federación Rusa, Igor Ivanov - el autodenominado "cuarteto".
La declaración conjunta de poco menos de dos páginas aboga por coordinar las acciones para conseguir
la paz, exigiendo en primera línea un alto el fuego inmediato y la retirada israelí de territorios palestinos.
Annan habló de una crisis sobre tres pilares: la intensificación de los enfrentamientos, el sufrimiento
de la población palestina y un aumento de la tensión política en la región.
Enviados de la UE no pudieron ver a Arafat.
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Una vez más se exhortó a que Israel permita el acceso de organizaciones y servicios
humanitarios, o bien que Arafat evite "actos terroristas contra israelíes inocentes" y desmantele la infraestructura terrorista.
Para el futuro el cuarteto anunció un seguimiento regular del desarrollo de los eventos que sólo encontraran
una salida por la vía de la negociación.
Colin Powell cree que una tercera instancia de control lograría "que ambas partes recuperen la confianza
en lo que hace el otro y avance que el proceso de pacificación". Nada nuevo bajo el sol y Europa habría perdido una vez más
la oportunidad de aportar un perfil propio a la solución del conflicto.
No obstante la esperanza no muere. A pesar de la falta de novedades en la "declaración de Madrid" o
bien de fracaso del viaje de Piqué y Solana, ahora se está preparando una misión europarlamentaria de alto nivel a la zona,
encabezada probablemente por el presidente de la Cámara, Pat Cox.
Hasta aquí las buenas intenciones, ya que a pocos sorprende que aún no existan garantías de poder entrevistarse
con Arafat.