El enviado especial de Estados Unidos a Medio Oriente, Anthony Zinni, se reunió con
el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, a quien Israel mantiene sitiado en su cuartel general desde hace una
semana.
Paralelamente la comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas votó el envío inmediato de su directora,
Mary Robinson, a la región para evaluar la situación.
Al mismo tiempo se sucedieron las protestas anti israelíes en varios países árabes.
Aunque Israel había prometido mantener a Arafat completamente aislado y había rechazado el pedido del
Secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, de que se permitiera a Zinni reunirse con Arafat, el primer ministro de Israel,
Ariel Sharon, cambió de idea hace unas horas y autorizó la reunión.
Sharon no permitió a los representantes de la Unión Europea reunirse con Arafat.
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Poco antes, Sharon había prohibido al jefe de Política Exterior de la Unión Europea,
Javier Solana, y al ministro español de Relaciones Exteriores, Josep Piqué, visitar a Arafat.
El encuentro de Arafat y Zinni se desarrolló a puertas cerradas e Israel rechazó violentamente la presencia
de periodistas extranjeros en las cercanías del lugar.
Soldados israelíes lanzaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras contra unos 30 periodistas que
trataron de cubrir la reunión.
Esperanzas
Los esfuerzos anteriores de Zinni por lograr un cese el fuego entre palestinos e israelíes no han tenido
resultados satisfactorios.
Sin embargo, muchas esperanzas están puestas en su gestión, ahora que las autoridades palestinas e
israelíes declararon su apoyo a la iniciativa estadounidense para detener la violencia en la región, rechazando al mismo tiempo
las críticas del presidente George W. Bush a ambas partes.
Powell viajará a la región la próxima semana.
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Bush, quien había defendido las acciones de Israel como una respuesta comprensible
a los recientes ataques suicidas palestinos que causaron la muerte de decenas de israelíes, cambió de posición ante la presión
de sus aliados europeos y árabes para que contribuyera a frenar la violencia en el Medio Oriente.
En un discurso pronunciado el jueves en la Casa Blanca, el mandatario estadounidense pidió a Israel
que detuviera sus incursiones en los territorios ocupados y retirara a sus tropas de la zona para "sentar las bases de una
futura paz".
Estados Unidos, el principal aliado de Israel, también anunció que en los próximos días su Secretario
de Estado, Colin Powell, viajará a la región para intentar negociar un cese al fuego.
Sin embargo, Israel ha ignorado el llamado de las Naciones Unidas y del presidente estadounidense para
que las tropas israelíes se retiren de los pueblos autónomos palestinos y ha continuado la ofensiva.
Esfuerzos internacionales
La comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó, no sin polémica, el envío de su representante,
Mary Robinson, a Medio Oriente para evaluar la situación.
Arafat se encuentra sitiado por tanques israelíes.
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La votación se desarrolló bajo intensa presión de los países árabes que integran
la comisión y con críticas de Israel, que la consideró "sesgada".
Ante una propuesta de último momento de Suecia, el texto de la resolución adoptada fue cambiado para
que abarque "una investigación que observe el sufirmiento de civiles en ambos lados" del conflicto.
En el mundo árabe continuaron las protestas. En Bahrein una multitud arrojó cócteles molotov contra
la embajada de Estados Unidos antes de ser reprimida.
En Jordania, donde dos tercios de la población es de origen palestino, miles de manifestantes chocaron
con la policía en Ammán cuando intentaban alcanzar la embajada de Israel.
Y en la ciudades egipcias de El Cairo y Alejandría cientos de personas reclamaron una intervención
militar de su país contra Israel.