Francia y China se pusieron firmes y le dijeron no a Estados Unidos en su campaña para lanzar una intervención militar contra Irak.
Tanto el presidente francés, Jacques Chirac, como el primer ministro chino, Zhu Rongji -de visita en París- dejaron claro que sus países no están en la línea de Washington y Londres, que quieren que la ONU emita una nueva resolución sobre Irak que permita el uso automático de la fuerza en caso de que Bagdad desafíe al organismo.
Chirac se comunicó telefónicamente con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y le dijo la posición de París.
Consecuencias incalculables
La presión de EE.UU. a la ONU no ha superado la resistencia franco-ruso-china.
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Por su parte, el premier chino advirtió en París que un ataque a Irak sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU puede tener "consecuencias incalculables".
Tanto Francia y China son miembro permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, junto con Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos, tienen poder de veto.
El presidente francés expresó que aún mantiene su posición de que el Consejo de Seguridad trabaje en forma progresiva en torno al tema Irak y emita una primera resolución exigiendo el retorno inmediato e irrestricto de los inspectores de armas y, en caso de que Bagdad no coopere, se emita una segunda resolución que autorice la fuerza.
Zhu Rongji también apoyó el ingresó irrestricto de los inspectores, pero al mismo tiempo señaló que se tiene que "respetar la soberanía de Irak y su integridad territorial".
Cortejando a Rusia
Rusia también tiene sus reservas.
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La oposición franco-china se produce en el momento en que Estados Unidos y Gran Bretaña iniciaron una ofensiva diplomática para lograr el apoyo a una resolución dura de la ONU sobre Irak.
El subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Marc Grossman, llegó a París para intentar convencer a Francia de que se apoye la propuesta de Washington y Londres.
La delegación estadounidense, encabezada por Grossman, y sus colegas británicos se dirigirán a Moscú el sábado para intentar convencer a Rusia para que apoye una línea dura contra Bagdad.
Al igual que París y Pekín, Rusia ha mostrado sus reservas respecto a una intervención armada en Irak.
