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ENTREVISTA A JAVIER SOLANA,  ALTO REPRESENTANTE PARA LA POLÍTICA EXTERIOR Y DE SEGURIDAD COMÚN DE LA UE

 


  


  

CARLOS YÁRNOZ,  Madrid, en  El País del 11.05.2003

 

"Si no hay dos Estados democráticos, estará en peligro la existencia del Estado de Israel"  

"Europa tiene unas responsabilidades mundiales que no quiso o no pudo asumir"

 

El Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana, emprende estos días una gira por Oriente Próximo para impulsar el calendario de paz, la llamada Hoja de Ruta.

Pregunta. ¿Qué papel debe desempeñar la UE en Irak?

Respuesta. Lo debe jugar a través de la ONU y autónomamente. Lo ha hecho y lo hace hoy en el terreno humanitario, y tendrá que ayudar también en la reconstrucción y en la configuración de las instituciones políticas. Oriente Próximo es nuestro vecino y nos interesa que sea estable y poder tener relaciones con la zona. Para EE UU es un área importante por sus recursos. Para nosotros, por nuestra seguridad y dada su proximidad.

P. Por eso EE UU tiene tanto interés en el petróleo iraquí.

R. Para EE UU, los recursos de la zona, insisto, son muy importantes.

P. Y una vez ocupado Irak, varios países europeos se aprestan a colaborar como ocupantes retrasados. Eso sí, cada uno por su cuenta, haciendo ofertas a EE UU.

R. Esto es consecuencia de cómo se hizo la guerra. Son los miembros de la coalición, los responsables de la seguridad ahora. Todavía no existe una fuerza de mantenimiento de la paz amparada por Naciones Unidas, que sería la opción preferida por la UE.

P. Pero una vez más Europa no habla con una sola voz, cuando, al menos en teoría, prácticamente todos los líderes europeos apuestan por tener en los próximos años un ministro europeo de Asuntos Exteriores.

R. Hay una conciencia casi unánime de dotar a la UE de un ministro de Exteriores. Hay voluntad de prolongar la figura del Alto Representante con más capacidades y posibilidades de acción. Pero no se trata de un problema de arquitectura institucional. Me disgusta cuando veo la gran cantidad de tiempo que consume la Convención al debatir sobre las instituciones, cuando lo más importante es la voluntad política. Podemos tener un ministro europeo de Exteriores, pero mientras los dos países europeos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, Francia y Reino Unido, no tengan la misma posición política, a ese ministro le podemos llamar incluso superministro. Tendrá una limitación fundamental.

P. O sea, que en el debate sobre el futuro de Europa se consume mucho tiempo en el reparto del poder.

R. Hemos entrado en una fase nueva después de la construcción de las instituciones, en la que lo más importante es el desarrollo de las políticas, qué queremos o debemos hacer. Europa tiene unas responsabilidades mundiales, globales, que no quiso o no pudo asumir durante la guerra fría. Hay que dar el gran salto.

P. El reactivado eje París-Berlín parece trabajar en esa línea, aunque levanta recelos.

R. El eje franco-alemán ha sido siempre muy importante. Quizás ahora su peso empiece a ser menos importante porque, en una Europa con 25 Estados a partir del año que viene, las variaciones y combinaciones de países serán más numerosas.

P. España ya se ha realineado y ha originado una nueva correlación de fuerzas.

R. Los países de peso no defienden cosas muy diferentes en la Convención. La división ha surgido por Irak, por un asunto de guerra o paz.

P. En los últimos años se han lanzado diversos planes de paz para Oriente Próximo y todos han fracasado. ¿Tiene ahora más posibilidades la Hoja de Ruta?

R. Sí. Tiene un respaldo clave, importantísimo [EE UU, UE, Rusia y la ONU]. Salgo hoy mismo hacia la zona. Pasaré allí varios días, me encontraré en El Cairo con Colin Powell para evaluar la situación e intentaremos que haya una nueva reunión del Cuarteto a fin de mes. Habrá muchísimas dificultades, pero tengo confianza.

P. ¿Es Abu Mazen el hombre adecuado para este plan? ¿Realmente se puede confiar en que Ariel Sharon cumpla un programa de paz?

R. Creo que las autoridades palestinas pueden hacerlo muy bien. ¿Sharon? Lo conocemos muy bien. Él también está en una fase de su vida en la que debe pensar qué va a dejar al futuro de Israel. Si no hay dos Estados democráticos, Israel dejará de ser el sueño de sus fundadores. Estará en peligro la propia existencia de Israel como Estado democrático. Podrán ocupar y reprimir, pero correrán gravísimos riesgos incluso por razones demográficas.

P. ¿Qué mensaje llevan usted y Powell?

R. Que hay que empezar a aplicar el plan ya. Tenemos el tren y las vías, pero esta vez el tren tiene que moverse y llegar a la siguiente estación: la paz.

P. Sharon quiere introducir correcciones al plan. ¿Qué límites hay para cambios?

R. El acuerdo de ambas partes.

P. Usted es el español con más experiencia en política internacional. ¿Cómo imagina el mundo dentro de diez, veinte años?

R. Me gustaría que fuera un mundo gobernado por leyes aceptadas por todos o casi todos, multilateral, donde las instituciones internacionales sirvieran a todos, y no sólo a los ricos. Un mundo más equilibrado, más seguro, con un diálogo más eficaz entre culturas. Sería un mundo difícil, no angelical, pero con un mayor sentido de la justicia, de la igualdad y, por tanto, más seguro. La exclusión, como hemos visto, puede ser más peligrosa que las armas de destrucción masiva.

P. ¿Le tocaría a Europa atemperar a EE UU para poder acercarnos a ese mundo?

R. No quisiera que mis hijos y mis nietos vivieran en un mundo con una potencia militar tan importante, sin parangón, que todos los habitantes del planeta tuvieran que estar totalmente pendientes del resultado de las elecciones en un país de esas características.

 


"La relación entre Europa y EE UU no se recuperará sólo con sonrisas"

 

 

A Javier Solana (Madrid, 1942) le corresponde estas semanas la difícil tarea de que las relaciones entre Europa y EE UU superen la grave crisis originada por la guerra de Irak. El jueves, en Nueva York, compartió con Colin Powell, el secretario de Estado norteamericano, el prestigioso galardón anual de la Foreign Policy Association. Todo un símbolo para quien le gusta presentarse como parte de la solución, nunca del problema. En Madrid, de camino a Oriente Próximo, el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE insiste en que a EE UU no le interesa una Europa desunida, pero que la familia europea debe tener un diálogo más franco para lograr esa unidad que le permita pesar más.

 

Javier Solana acaba de llegar de Nueva York en pleno proceso para plantear la etapa pos-Sadam, la reconstrucción de Irak, y en un momento difícil de las relaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos.

Pregunta. ¿Qué percepción ha tenido en sus contactos en Washington?

Respuesta. Lo más importante es que ya está a punto la primera resolución para que la analice el Consejo de Seguridad. El ambiente que percibo tanto en EE UU como en los contactos con los Gobiernos europeos, se traduce en el deseo de ambas partes de mirar hacia delante y recuperar la normalidad en las relaciones, de superar la tensión que hemos vivido. Tras hablar con Kofi Annan y Colin Powell y varios dirigentes de la UE, veo una voluntad constructiva. A todos les parece clave recuperar la unidad en el Consejo de Seguridad de la ONU. La resolución no será la última, porque deja algunos elementos sin cerrar. Por ejemplo, las nuevas fuerzas de seguridad que vayan a Irak, de acuerdo con la Convención de Ginebra, seguirán siendo fuerzas de ocupación, sin cobertura de una resolución del Consejo. No se da, por tanto, el salto para que haya una situación estabilizada, con unas fuerzas de mantenimiento de la paz.

P. ¿Y con qué base legal van los militares de países que van a convertirse en ocupantes?

R. Tendrán más dificultades. Irán en una fase todavía de ocupación. Será como si hubieran participado en la ocupación, según la Convención de Ginebra.

P. ¿Habrá consenso para levantar las sanciones?

R. Creo que nadie se opondrá, una vez desaparecido el régimen contra el que se impusieron. Lo que sí es necesario, como contempla la resolución, es que se pongan en marcha mecanismos de control de los recursos económicos de Irak para que sirvan a los iraquíes. El hecho de que exista un coordinador de Naciones Unidas es un paso adelante.

P. Pero el papel que se da a la ONU sigue siendo menor. ¿Será asumido así por Europa?

R. Creo que será asumible, aunque hay elementos mejorables. A la ONU se le da un papel vital, dice el texto, en los tres campos: humanitario, reconstrucción y cooperación para las nuevas instituciones políticas. Kofi Annan me comentó el jueves que de entrada le parecía un planteamiento positivo. Pero, insisto, el proyecto deberá mejorar durante el debate en el Consejo de Seguridad, que no preveo fácil.

P. En las guerras sólo hay perdedores, pero en este caso los perjudicados son del más alto nivel internacional: la ONU, la OTAN, la UE, las relaciones entre Europa y EE UU...

R. Ha habido daños, pero no irreparables. La cuestión es si hay voluntad de repararlos. Las relaciones transatlánticas, por ejemplo, no se podrán recuperar sólo con sonrisas y frases elegantes. Habrá que trabajar duro y encontrar líneas comunes para trabajar conjuntamente. Recordemos que, en la lucha contra el terrorismo, ha sido en Europa donde han sido detenidos la mayoría de miembros de Al Qaeda. Y hemos de pensar juntos, quizás también con Rusia y China, en la búsqueda de mecanismos más eficaces contra la proliferación de las armas de destrucción masiva. Desde el fin de la guerra fría ha aumentado el número de países con planes para generar esas armas o que las tienen. El mundo ha perdido en seguridad, y sería importante que se reforzaran los mecanismos de verificación de Naciones Unidas y las respuestas ante quienes no cumplan.

P. Usted tiene que presentar el mes que viene a los Quince un documento en esa línea.

R. Tengo un mandato para elaborar una estrategia de seguridad europea global por vez primera. Europa tiene que ser un actor mucho más fuerte, mucho más activo, en la escena internacional, y para eso tiene que tener claros sus objetivos y los medios con que cuenta. La crisis de Irak ha puesto de manifiesto que los países europeos que tienen más medios, bien por su potencial, bien por ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad, deben esforzarse para que la Unión se encamine a actuar con una sola línea, a hablar con una sola voz, de forma que nuestro papel en la escena internacional sea más fuerte.

P. ¿Serviría de base para iniciar la recuperación de las relaciones entre Europa y EE UU?

R. Podría ser un elemento básico para encontrar esas líneas comunes en las que avanzar conjuntamente.

P. Pero podría haber visiones comunes y discrepancias en los métodos, dada la tendencia belicista estadounidense y la fuerte oposición a la guerra en Europa.

R. El documento que haremos en Europa no sólo describirá los desafíos, sino también cómo se deben utilizar los medios que tenemos. Puede haber diferencias en ese terreno por las distintas percepciones que unos y otros podamos tener sobre el denominado orden internacional.

P. Al final, parece que toda la política internacional tiene que girar sobre dos únicas cuestiones lanzadas por EE UU: terrorismo y armas de destrucción masiva.

R. No. Hay otro aspecto muy importante: el de las desigualdades mundiales, un terreno en el que Europa y EE UU tienen mucho que hacer. Somos los dos bloques más ricos de la tierra, y tenemos responsabilidades enormes para que este mundo sea más equilibrado y más justo. Estamos ante la ronda de Doha de comercio mundial y es fundamental que Europa y EE UU se pongan de acuerdo para encontrar una solución que beneficie a los países pobres. Tenemos que vencer los egoísmos.

P. ¿Cuál es la principal lección que Europa debe sacar de lo ocurrido a raíz de la guerra de Irak?

R. Que a veces los dirigentes europeos no se han tomado suficientemente en serio el diálogo político entre ellos mismos. Ha faltado ese diálogo y han tomado decisiones, unos y otros, sin haber hecho el máximo esfuerzo por encontrar posiciones comunes. Ha sido un gran error que no se debiera repetir. En la familia europea debe haber un debate más franco y más profundo.

P. La Unión Europea ha estado más desunida que nunca.

R. Una Europa desunida no interesa a nadie. Ni a los países europeos ni a EE UU ni a Rusia ni a las instituciones internacionales. Y me preocupa que alguien pueda deducir de esa división, que una Europa desunida, interesa a EE UU, por ejemplo. El jueves recordé en Nueva York que, aunque en EE UU puede haber dirigentes que defiendan lo contrario o apuesten por una Europa que no avance, el propio presidente Bush dijo en Alemania hace menos de un año que una Europa unida es una garantía de seguridad para Europa y para EE UU. Eso es lo que espero que defiendan todos los dirigentes estadounidenses. Pero los europeos tenemos que empezar por buscar el compromiso y el consenso entre nosotros cuando discrepamos.

P. Usted llegó a decir que se sentía frustrado ante tanta desunión. ¿Se le pasó por la cabeza tirar la toalla, dimitir?

R. No, nunca. Soy de los que cree que la idea europea es una de las más bellas, importantes y originales que se han puesto en marcha en muchos años. Europa es un gran éxito de lo multilateral. Europa tuvo que elegir entre la guerra, que es lo que exportamos dos veces en el último siglo, o ser conscientes de que debíamos vivir con leyes compartidas por todos. De aquí a 20 o 30 años, y si no hacemos tonterías, Europa será la economía más importante del mundo, más importante que EE UU, que China... Si lo hacemos bien, claro.

P. ¿Quieren de verdad en Washington que también haya una Europa fuerte en el campo de la defensa?

R. Yo he vivido los primeros pasos de esa Europa de la defensa a finales de la pasada década. Y viví las reticencias que había en la Administración norteamericana. Pero se superaron, se avanzó, en coordinación con la OTAN. En los últimos años, lo que hemos visto ha sido una demanda de EE UU para que Europa haga un esfuerzo mayor en Defensa.

P. ¿Va en esa línea la minicumbre de Defensa (Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo) de la semana pasada?

R. Hablando seriamente de la defensa europea, hay que hablar de los Quince, sí, pero de forma especial de aquéllos que tienen dimensión, que tienen más capacidades de nivel, que no son todos. No se puede hablar de una defensa europea en la que no esté el Reino Unido. Así como en 1998, en Saint-Malo, hubo una importantísima iniciativa franco-británica, ahora tenemos que repetir que no se puede hacer la defensa europea sin una estrecha colaboración de Francia y Reino Unido. Alemania se debe sumar, como Italia, España, Suecia, Holanda...

P. Pero ahora, y sobre todo con la ampliación a la vista, parece cada vez más claro que en la defensa europea no participarán todos, sino que será lanzada por un núcleo de países que quieran avanzar más rápidamente.

R. Se puede hablar de cooperaciones reforzadas. Yo no lo vería mal. Ello permitiría que un grupo de países pudiera avanzar, bien por sus capacidades, bien por sus recursos o por su voluntad política. En este sentido las propuestas de la Convención van en la buena dirección. Una Europa de la Defensa es fundamental para una Europa que tenga el peso que le corresponde en la escena internacional. Lo cual no quiere decir que Europa tenga que competir con las capacidades de EE UU. No hay esa necesidad.

P. Pero sí hay consenso en que Europa en su conjunto tenga muchas más capacidades militares que ahora.

R. La razón es muy sencilla. Durante toda la guerra fría, la misión de los países europeos era la de defender sus fronteras. Hoy, esas fronteras no están amenazadas. Por tanto, el papel militar europeo es el de intervenir más allá de sus fronteras comunes para evitar que puedan surgir conflictos, para ayudar. Algo similar a lo que ya hacemos en los Balcanes. Y habrá que hacerlo alguna vez en África y otras zonas. Pero siempre con esa visión que tiene Europa de intentar ser una potencia civil con medios militares, no una potencia militar.

P. ¿Sería factible a largo plazo un Ejército europeo?

R. No creo que lo vea. Europa no es un país y tardará mucho, si es que lo hace, en tener su Ejército. Poner en común capacidades, sí, pero una integración total, no, o al menos se tardará mucho en ceder esa parte básica de soberanía, la más difícil de ceder. Entretanto, es fundamental poner en común capacidades. Es un derroche que los países europeos gasten cada uno por su cuenta, muchas veces duplicando esfuerzos... Imagínese que en EE UU cada uno de los 50 Estados tuviera su propio Ejército...

P. Si Bush vuelve a ganar el año que viene, ¿será más complicado para Europa recuperar un buen nivel de relaciones con Washington?

R. Es una pregunta que no se debe responder, porque en EE UU gobernarán las personas que sus ciudadanos elijan democráticamente.

 

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